El acorazado de Cangas

Publicado el viernes, 18 de septiembre de 2009

Mientras la World Fishing Exhibition encara la recta final, este blog sigue a vueltas con su particular Semana del mar. La verdad, para bien poco está dando...pero aún queda un fin de semana intenso. Se acaba la feria y nos deja dos cosas: montones de artículos de prensa traducidos al inglés (porque sí, estimados lectores, los diarios gallegos se han vuelto trilingües esta semana) y el peor servicio de autobuses en Vigo que se recuerda en años, porque la mitad de los autocares se encarga de las lanzaderas entre la ciudad y el pabellón de muestras.


Pero entremos en harina. El mar es básico aquí. Y lo fundamento en las 3P (esto es, la ingeniosa forma que he encontrado para explicar tres aspectos en estos tres días): personas, pescados y paquetes. O, sin forzar tanto la expresión, pasajeros, productos del mar y mercancías. Y hoy toca empezar con las personas.

He dicho varias veces que en Vigo, otra cosa no, pero cruceros, los que quieras. Me he enzarzado en luchas estadísticas y demás para demostrar que somos la capital atlántica de los viajes recreativos. Pero esto es lujo y muchas otras ciudades lo tienen. Aunque, ¿qué me decís de usar el barco para ir todos los días a trabajar? Eso ya no es tan habitual.

Pues los vecinos de Cangas y Moaña es lo que hacen todos los días. Se trata de dos municipios al otro lado de la ría, separados por cuatro o cinco kilómetros de mar de Vigo, que cuentan con un servicio de barco regular que tarda quince minutos en cruzar el estrecho (cada media hora en el caso de Cangas y de hora en hora en el de Moaña). Y, sin faltar a la verdad, de centro a centro y sin atascos. ¿La alternativa? 25 ó 30 kilómetros en coche, pagando autopista para atajar la ría en el punto más estrecho con el puente de Rande. Y, si no, 50 kilómetros de rodeo que no se pegan ni los turistas.

En Madrid tendrán una entramada red de metro. En Valencia un tranvía a la Malva-rosa. En Barcelona, un AVE dispuesto a susurrar a la Sagrada Familia. Pero nada comparable a despejarse con el nordés de noviembre en plena ría de Vigo, alborotándote el pelo. Así dicen que los de Cangas son...diferentes.

En imagen, el barco de las 18.30 a Cangas sale con un ligero retraso del puerto de Vigo en una tarde de verano. Enfrente, Moaña; algo más al oeste, su destino final.

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