Un Feijóo con piel de oveja (I)

Publicado el domingo, 31 de enero de 2010

Este blog cumple hoy 200 entradas. Parece ayer mismo cuando encontraba un dominio interesante y se lo iba diciendo a los más cercanos. Había arrancado un proyecto que ha crecido en tres ciudades...¡y lo que le queda! Cerca de 16 meses después, este blog sigue siendo para los más cercanos y, por supuesto, para mí. Y lo voy a celebrar con la primera de unas cuantas entregas dedicadas al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Al fin y al cabo, ya lleva casi un año en el poder y no ha pasado precisamente desapercibido. Es domingo y tenéis tiempo para leer, no os quejéis.


Me llama la atención especialmente la forma en la que la gente de fuera de Galicia me pregunta por Feijóo y la imagen que proyecta. Vamos, que parece que Feijóo mole, que se monta botellones en San Caetano con los jóvenes, que tenga cuenta premium en Megaupload o que divague todas las tardes sobre las verdaderas pretensiones de John Locke, el de Lost. Pero no, no os engañéis, Feijóo no mola tanto. Y a ver cómo lo explico sin enfangarme políticamente, porque pistas de su talante tenemos unas cuantas. Así como jaleos. Porque a estas alturas, Galicia no existió entre 2005 y 2009, ya que ha borrado de un plumazo -y en menos de un año- todo lo que el bipartito progresista-galleguista dibujó. Ahora la comunidad se sumerge en una especie de hoja de ruta conservadora y, dicen los que vivieron con Fraga, que ni él era tan conservador. Siempre recordaré la primera intervención que vi de Feijóo como presidente: cronómetro en mano y sin ningún tipo de coherencia temática, cambiaba de lengua a golpe de reloj, transmitiendo una aparente equidad del todo forzada.

El primer enfangado que tiene Feijóo es el tema de la lengua. Durante la campaña coqueteó abiertamente con una mal llamada asociación que promueve las dos lenguas oficiales, Galicia Bilingüe. Y, por experiencia propia, el bilingüismo es una de las mentiras más cochinas que hay en el mundo (en realidad, es un proceso de suplantación de las lenguas minoritarias y minorizadas, pero de eso hablamos otro día). Para pagar su deuda electoral, Feijóo sacó in extremis un decreto de gallego que me ha sonado tan familiar, que casi lloro. Ahora los alumnos gallegos tendrán una especie de equilibrio falso entre el gallego, el castellano y el inglés, que en la práctica va a suponer una reducción drástica del gallego en las aulas. Y bien, el otro día hubo manifestación en Santiago con huelga en la enseñanza, los de la Real Academia Galega ya dijeron que "reculando, que es gerundio" y rechazo político de la oposición. Pinta mal...

Feijóo nada más llegar también transformó las Galescolas en "A galiña azul", eliminando de un plumazo uno de los proyectos estrella de la educación del anterior gobierno. Supuestamente se trataba de eliminar el cariz nacionalista de este proyecto, que se inspiraba en las ikastolas vascas. En la realidad, un gasto considerable en cambiar la imagen, los materiales y los contenidos.

Otro de los asuntos que colea especialmente es el de la selección gallega de fútbol. La tradicional pachanga que reúne a jugadores gallegos todas las Navidades estuvo muy cerca de no celebrarse en 2009, al recortarse drásticamente la subvención de la Xunta. Tras haber recuperado los partidos amistosos en 2005, después de 75 años de parón, el combinado celeste vivió una buena época con el bipartito. Ahora, parece que lo va a tener bastante más complicado.

El último incendio del que hablaré hoy es el de los profesores de las Escuelas Oficiales de Idiomas, que protagonizaron los enfrentamientos más intensos del final del verano. Una circular de la Xunta, la 5/2009, recortó dramáticamente el número de docentes de las EOI gallegas, reduciendo y masificando el número de grupos. Los profesores, además, veían aumentadas sus horas de docencia, efectivas y dedicadas, y se ponían en la cuerda floja todos aquellos idiomas con poca demanda. ¿Resultado? Profesores acampando en las EOI, alumnos en manifestación, carteles por todos los lados, plataformas, solidaridad...para nada, de momento. Pero ahí seguimos.

En imagen, una de las Galescolas que, hace algo más de un año, operaban en Galicia; ésta, concretamente, en Santiago. Imágenes como ésta me recuerdan que ni los carteles son para siempre. Puede que los blogs tampoco.

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