Cuando se borra A Raia

Publicado el sábado, 10 de abril de 2010

Sorprende esta semana la relevancia que ha cogido en los medios de comunicación el ondear de banderas españolas. En Valença do Minho, la frontera con Galicia, para más señas. Y es que, los sufridos valencianos (fíjate tú, darme cuenta a estas alturas de que la comunidad de valencianos más potente en la zona está a 30 kilómetros) han visto cómo las autoridades lusas han suprimido su servicio sanitario de urgencias 24 horas. ¿Los motivos? Ya se sabe, los portugueses tampoco es que estén para derrochar y están cerrando centros con poca afluencia. ¿La solución? Coger el coche y desplazarse 20 kilómetros al este hasta Monçao...


...O moverse 3 kilómetros, pasando de Valença (Portugal) a Tui (Galicia), cruzando la antigua frontera, conocida como A Raia. Y siendo todos europeos, pues los valencianos lo tienen claro: peregrinación médica a Tui. La mejor manera que han encontrado los lusos para agradecer tanta simpatía sanitaria pasó por comprar tantas banderas españolas como fuera posible y colgarlas de balcones, comercios y coches. Como al gobierno de Lisboa no le ha hecho demasiada gracia este ataque de españolismo a conveniencia, parece que finalmente se estudiará con más detenimiento el cierre del centro sanitario por las noches y se abre la posibilidad de compartir gastos con Galicia, tal y como ya pasa con Extremadura.

Se exhala, por cierto, un sentimiento algo curioso en la margen norte del Miño: hay quien dice que las banderas no tendrían que ser españolas, sino gallegas. Algo de razón tienen, por otra parte, ya que es el Servizo Galego de Saúde (Sergas) el que presta el servicio en última instancia. Pero también cabe recordar que el Serviço Nacional de Saúde de Portugal (SNS) abona rigurosamente al Sistema Nacional de Salud de España (SNS) por cada ciudadano tratado y, éste, compensa al Sergas. O, dicho de otra manera, que los valencianos tendrían que colgar banderas de Portugal. O, mejor, si lo que quieren es mostrar gratitud, que se dejen de tonterías y vengan a Vigo a repartir unas cuantas toneladas de toallas.

En imagen, el Miño desde Valença y viendo la ribera gallega. A veces resulta paradigmático como el hombre se empeña en crear fronteras que ni existen, ni quieren existir. Y cuando hablamos de sentimiento nacional y colaboración, los hay que se dedican a reconstruir las viejas fronteras.

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