El resurgir de las fronteras

Publicado el domingo, 27 de junio de 2010

Galicia y la zona norte de Portugal comparten particularidades y vínculos que están afianzados desde hace varios siglos. Conscientes de ello, en 2008 se hizo realidad la llamada Eurorrexión/Eurorregião a ambas orillas del Miño/Minho. Era el punto y final a un proceso de hermanamiento fronterizo comenzado en 1985 con la incorporación de ambos países a la CEE, proseguido con el tratado de Maastrich y reforzado con la entrada en la moneda única. En esencia, Galicia y el norte de Portugal comparten intereses, problemas y el deseo de trabajar de manera conjunta.


Fruto de este acercamiento, muchas empresas de ambos lados de A Raia expanden su actividad económica, así como la mayor parte de las universidades trabajan en bloque. Por otro lado, los portugueses gozan del sistema sanitario gallego y, los gallegos, de las playas portuguesas. Además, y casi en peregrinación, muchos vigueses y ourensanos se dejan caer por Oporto para ver sus bodegas y comprar en su Ikea o buscar gangas en los outlets que crecen a pocos kilómetros de allí. El jueves que viene, si nadie lo remedia, se acabó todo esto por culpa de 6,45€.

Para viajar de Vigo a Oporto hay dos opciones: la autopista del interior (A-3) entre Valença do Minho (frontera) y Porto a cambio de 7,85€ y una autovía gratuita (A-28)por la costa entre Viana do Castelo y Porto, tras haber recorrido 20 km por una nacional en obras. Hasta ahora, el común de los gallegos se tragaba la travesía por la nacional para poder llegar a una autovía en la que ahorrarse los peajes. Pero desde julio, la autovía deja de ser gratuita y pasa a ser de pago, con el agravante de que no incorpora cabinas y sólo sirve el telepeaje. Por supuesto, un telepeaje propio y que se debe comprar en las gasolineras dejando una fianza de 50€, aunque este asunto parece cuestionado.

La conversión está siendo muy criticada, especialmente por las autoridades del norte del país vecino. Dicen que es injusto que sólo se haya aplicado la medida a sus autovías, mientras que se olvidan de las de Lisboa. Además, insisten en que esta infraestructura se construyó para vertebrar la zona y con fondos de la Unión Europea. Pero ya se sabe, la crisis aprieta y Portugal tiene que conseguir ingresos de cualquier manera. Y tampoco estamos en Galicia para dar lecciones morales, que para algo la autopista entre Ferrol y Tui (AP-9) es de pago.

Tengo la impresión de que la medida no se va a poder implantar esta semana, pero a muy corto plazo se acabará imponiendo. Al principio será gratuita para empresas y residentes. Más tarde se implantarán los descuentos y, cuando se den cuenta, la A-28 será de pago. A partir de entonces habrá que medir mucho más las visitas de un lado a otro del Miño.

En imagen, una caseta de helados reconvertida en establecimiento provisional de venta de vírgenes. Aquí sólo cabe decir: "Portugal, tan cerca y sin embargo tan lejos. O no".

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