Al encuentro de Mr. Paragüero

Publicado el miércoles, 5 de marzo de 2014

Tras más de cuatro meses de búsqueda activa, por fin puedo decir que nuestra humilde morada cuenta con un paragüero. Las exigencias eran más bien pocas pero, aunque parezca increíble, ha sido una tarea bastante difícil de completar.

Pero pongámonos en antecedentes. Los oriundos siempre citan a aquel invierno de 2000-2001, en el que la borrasca echó raíces en este lado del mundo y desterró al deseado anticiclón desde octubre hasta bien entrada la primavera. Los amantes del refranero advertían de que, al mojarnos los pies en Santa Bibiana (2 de diciembre), nos esperaban lluvias "cuarenta días y una semana". Y con tales presagios, llegaron los dos meses seguidos de lluvias y alertas meteorológicas, el tren de ciclogéneis con nombres de señoras búlgaras muy cabreadas (Petra, Qmaira, Ruth, Stephanie o Ulla) y los "mañana ya..." ("mañana ya veré si salgo a correr", "mañana ya veremos si se puede ir andando" o "mañana ya si tal le pongo gasolina a la lancha"). Y cuando las escamas empezaban a formarse, un rayo de sol ha llegado para alegrarnos esta semana.

Pese a todo, o especialmente por ello, la odisea de encontrar paragüero no fue un asunto baladí. Durante cuatro meses hemos buscado un paragüero con más o menos insistencia y con bastante mala fortuna. Empezamos en la tienda de decoración por excelencia en esta ciudad, o al menos así lo era hasta que entró en concurso de acreedores, Pórtico. Nada reseñable, como era de prever de una empresa en suspensión de pagos y con el futuro de sus trabajadores en el aire. Seguimos en Mandarina Home, donde nos ofrecieron algunos con una inútil base de tela y nos hicieron la promesa de que en un par de meses llegarían nuevos modelos. Mentira. Con más ánimos todavía, cruzamos a las grandes superficies, Carrefour y Alcampo, donde no encontramos nada. Coqueteamos con alguna tienda de decoración más chic sin éxito. Llegamos a Banak y "justo" habían vendido los últimos cinco el día de antes y no iban a encargar nuevos hasta la próxima feria internacional (de decoración o de paragüeros, cualquiera sabe). Nos dejamos caer por El Corte Inglés y, en un ejercicio magnífico de desprecio, nos regalaron un histórico "lo único que tengo para ti es que llegue el sol". Vaya, pues póngame dos de ésos.

A estas alturas, el listón empezaba a estar bajo. Básicamente con que fuera discreto y tuviera algún recipiente para recoger el agua sobrante, era suficiente. Plástico, metal sin clasificar, forja o algodón de azúcar, daba igual. Y así fue como esta misma semana pusimos punto y final a la búsqueda, con un paragüero de Mi Casa.

Paradójicamente, el sol parece que quiere volver a brillar y Mr. Paragüero, cual película de Disney, se ha rendido a los encantos de esta casa. No se sabe muy bien cuánto durará el anticiclón, pero ya puede llover lo que quiera, porque ya hemos encontrado nuestro paragüero.

En imagen, el paragüero y el paraguas se rinden a los encantos de un día despejado. Los dejaré secándose al sol.

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